El castillo musulmán hispánico
típico, el llamado hisn, siempre se ubicaba en una zona rocosa y elevada, de
difícil acceso y normalmente el lienzo de muralla se adaptaba al espacio
existente en el roquedal, donde se formaba una torre muy alta, siendo las demás
de la misma altura que el lienzo. Junto al castillo de Cehegín, que apareció
como una guarnición militar, desde muy tempranamente se fue formando un
arrabal, quizá compuesto por comerciantes y sus familias, dado que cuando se
instala un campamento militar siempre los primeros que acuden son éstos, por ser
un espacio muy favorable para sus actividades. También, entonces, los naturales
que se convertían al Islam fueron configurando una nueva estructura urbana en
torno al castillo. La diferencia entre la fortaleza musulmana y la cristiana es
que, la primera tiene además de la función militar y de defensa, la de
protección del vecindario de los alrededores del castillo, de modo que, cuando
se cernía un peligro, la población se guarnecía dentro de la misma fortaleza,
lo que no ocurre en el castillo cristiano, con función de defensa y también de
residencia del señor, pero que no acogía a la población en caso de amenaza,
teniendo más bien un efecto de intimidación y dominio sobre la propia población
local, en el sentido feudal de la palabra. Por eso, en época musulmana, la
fortaleza no suponía una drástica
separación entre el pueblo y los gobernantes y administradores. La fortaleza de
Cehegín que nosotros conocemos es puramente cristiana, ya muy reformada desde
el siglo XIV y sobre todo en el XV, con sus seis torres, llamadas del Homenaje,
la torre del Mirador, la torre Mocha, la torre del Alhorí, la torrecilla de la
Cocina y la torre de la Esquina.
El castillo estaba acondicionado
con variadas dependencias que aseguraran el sustento y bienestar de sus
ocupantes tanto en época de paz como de guerra. Había bodega, horno, aljibe,
molino, cocina, e incluso el pósito-alhorí, donde se almacenaban los granos, se
encontraba en una de las torres
conocida, como hemos dicho, por el mismo nombre.
Fue necesario en tanto y cuanto
corrían los tiempos en que las fortalezas de este tipo tenían sentido, pero,
una vez pasada la guerra de Granada y entrados en el siglo XVI, su función
decayó considerablemente y sólo quedó para beneficio de la figura del alcaide
de la fortaleza, con el honor y la rentas que suponía tal distinción. Con la
construcción de la Casa Tercia se acabó definitivamente la última función que
quedaba a la vieja fortaleza de Cehegín, la de la administración de las rentas
de la Encomienda. A partir del siglo XVI el castillo se fue quedando atrapado
entre las casas, al igual que la muralla de la villa, y aun así permaneció
hasta el siglo XX, en que, en el año 1957, fue derribado para ensanchar la
plaza.
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